Ps. Ronald Alberto Toro Tobar
Beck, Rush, Shaw, & Emery, (1983) exponen un modelo en el cual a partir de observaciones sistemáticas durante más de una década, teniendo un enfoque clínico y experimental, afirman que el sujeto depresivo tiene una organización de significados personales que le hacen vulnerable a determinados acontecimientos, los cuales se manifiestan en pensamientos automáticos negativos que inciden en un estado emotivo - afectivo y conductas como evitación o descenso de la actividad (Ruíz & Cano, 1992). Beck et al (1983) incluyen tres conceptos específicos para explicar el sustrato patológico de la depresión: 1) la triada cognitiva, 2) los esquemas y 3) los errores cognitivos o errores en el procesamiento de la información.
La Triada Cognitiva son tres patrones cognitivos que inducen al paciente a considerarse a sí mismo (se ve como torpe, enfermo, con poca valía y defectuoso a nivel moral, psíquico o físico, carente de felicidad y alegría), el mundo (hace demandas exageradas, tiene obstáculos insuperables, sus experiencias son interpretadas en términos de derrota y frustración) y el futuro (anticipa negativamente proyectos, derrotas, penas, privaciones, frustraciones, fracasos) de una manera idiosincrásica.
Con respecto a esta triada, en el síndrome depresivo, muchos de los signos y síntomas motivacionales son considerados resultado de la acción de las cogniciones negativas acerca del futuro. En el caso de las dependencias el paciente presenta un bajo concepto de sí mismo viéndose como inepto y fracasado; en el caso de la inhibición motriz el paciente ve el futuro carente de valor, hostil y lleno de privaciones.
El segundo componente son los Esquemas, que en el modelo cognitivo son “ciertos patrones relativamente estables” que “constituyen la base de las interpretaciones acerca de un determinado conjunto de situaciones” pág. 20., éstos acorde a procesos de asimilación y acomodación, modifican su contenido al manipular los input informacionales para que sean consistentes, o mediante la modificación parcial o total de los esquemas para hacerlos compatibles con la nueva información (Riso, 1990).
Estos esquemas se desarrollan en las primeras experiencias de la vida por medio del aprendizaje social y operante, determinando la conducta de la persona en su diario vivir, o pueden estar latentes y ser desencadenados por eventos específicos. Sin embargo, pese a su función organizativa de la información –almacenamiento y recuperación-, los esquemas no pueden ser considerados como estructuras estáticas e inmodificables, sino que por el contrario son adaptativos en cuanto constantemente se modifican mediante comparaciones con el contenido existente (conocimientos, reglas y jerarquías), cuyo resultado estaría dado de acuerdo a los niveles de modificación que exija el almacenamiento de la información nueva, es decir, una modificación leve de la estructura o la creación de una nueva categoría entre los subconjuntos del conocimiento previo (Freeman & Oster, en Caballo, 1997).
Beck & Freeman (1995) agregan al concepto de esquema que está relacionado con las relaciones personales (actitudes consigo mismo y los demás), y categorías impersonales (como objetos inanimados) ya sean concretos o abstractos. Las cualidades estructurales que presentan son la amplitud (reducidos, discretos o amplios), flexibilidad o rigidez (se refiere a la capacidad de modificación), la densidad (preeminencia relativa en la organización cognitiva), y la valencia (de acuerdo al grado de activación pueden ser latentes o activos, e hipervalentes o canalizadores). En el caso de la depresión, la activación de los esquemas hipervalentes puede desplazar esquemas más adaptativos produciendo una tendenciosidad sistemática en el procesamiento de la información, llamados distorsiones.
Beck et al (1983), estos errores sistemáticos del pensamiento en el depresivo los clasifica de acuerdo al modo de ser procesados los datos pese a la evidencia contraria, ya sea de un modo primitivo o maduro. El primer tipo, característico de los depresivos, es global, negativo, categórico y absolutista, al igual que la respuesta emocional en extremo negativa; para el segundo tipo, el pensamiento resultante integra categóricamente en varias dimensiones la información procesada, en la cual existe un predominio cuantitativo y usa criterios relativos y menos absolutistas.
Freeman & Oster, en Caballo (1997) con respecto a las distorsiones como resultado de un procesamiento primitivo, afirman que “toda cognición se distorsiona por los procesos de construcción de significados y por la eficiencia y el conservadurismo básicos en el procesamiento de la información” pág 545, en el caso de los depresivos la información distorsionada crea un malestar y una interferencia con la conducta adaptativa. En Beck et al (1983), se encuentran las siguientes distorsiones cognitivas predominantes en la depresión:
Inferencia arbitraria: Se refiere al proceso de sacar una conclusión adelantada en ausencia de evidencia que la apoye o cuando es completamente contraria. Esta distorsión es relativa a la respuesta.
Abstracción selectiva: Consiste en centrarse en un detalle extraído del contexto, ignorando los demás detalles, con el cual la persona llega a una conclusión acerca de la experiencia. Es una "visión de túnel", o distorsión relativa al estímulo.
Generalización excesiva: Se refiere a la elaboración de una regla general a partir uno o varios hechos aislados, aplicando relaciones inconexas entre los mismos. Esta distorsión es relativa a la respuesta.
Maximización y minimización: Es el reflejo de las exageradas magnitudes de los errores cometidos o deficiencias personales, sin tener en cuanta aciertos ni habilidades personales. Es también una distorsión relativa a la respuesta.
Personalización: Es la tendencia del paciente a relacionar acontecimientos externos por lo general evaluados como negativos, relacionados o referentes a él mismo sin que exista evidencia suficiente para tal conexión. Esta distorsión es también relativa a la respuesta.
Pensamiento absolutista, dicotómico o polarización: Se refiere a la tendencia a clasificar la experiencia en términos extremos y opuestos sin tener en cuenta la evidencia de categorías intermedias. El paciente suele clasificarse en los extremos negativos al momento de describirse a sí mismo.
Las anteriores distorsiones como parte del funcionamiento esquemático en la patología depresiva, corresponden a lo llamado cogniciones profundas, las cuales son aquellos factores predisponentes de vulnerabilidad (Freeman & Oster, en Caballo, 1997). Están también las cogniciones superficiales llamadas de igual forma “pensamientos automáticos”, los cuales son pensamientos relativamente estables, transitorios y específicos para cada situación; suelen ser rápidos y parecen reflejos (Beck et al, 1983). Se constituyen como el resultado de la activación de las reglas de procesamiento de información, es decir, un “producto de los procesos y estructuras que comprenden los esquemas”, que finalmente influye en la repetición del contenido central, y su tono emocional acompañante. Este tipo de pensamientos son accesibles por medio de la introspección y el autoinforme, a partir del reconocimiento de la emoción que los acompaña (Freeman & Oster, en Caballo, 1997).
En conclusión, el modelo integrador etiológico de la depresión afirma que los no depresivos se diferencian de los depresivos por su manera de procesar la información; sin embargo no es la causa de esta patología ya que existen factores de índole genéticos, evolutivos, hormonales, bioquímicos, contextuales, etc. (Riso, 1990). Se trata de un modelo de diáthesis-estrés en el cual existe una vulnerabilidad cognitiva que actúa en conjunto con acontecimientos negativos, es decir, ante eventos estresantes depresógenos, los esquemas como procesos y estructuras distales son activados dando como resultado sesgos sistemáticos en el procesamiento de la información (distorsiones) los cuales se evidencian en diferentes cogniciones superficiales (pensamientos automáticos) con respecto a sí mismo, sus experiencias y los demás, y el futuro, constituyéndose como factor proximal en el desencadenamiento de emociones y afecto propios del síndrome depresivo (Beck et al, (1983); Freeman & Oster, en Caballo, (1997)).
REFERENCIAS
Beck, A.T., Rush, J., Shaw, B. & Emery, G. (1983). Terapia Cognitiva de
Caballo, V. (1997). Manual para el Tratamiento Cognitivo-Conductual de los Trastornos Psicológicos. Vol. 1. Madrid: Siglo Veintiuno.
Ruiz, J. & Cano, J. (1992). Manual de Psicoterapia Cognitiva. Recuperado en Marzo de 2005. Disponible en: http://www.psicologia-online.com/ESMUbeda/Libros/Manual/manual.htm
Riso, W. (1990). Depresión. Medellín: Gráficas Ltda.
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