Ps. Ronald Alberto Toro Tobar
El modelo básico de la Terapia Cognitiva presenta como unidad fundamental el esquema (A.T. Beck, 1963, 1967), definido en Clark & A.T. Beck (1997) como las “estructuras funcionales de representaciones de conocimiento y de la experiencia anterior, más o menos permanentes que guían la búsqueda, codificación, almacenaje y recuperación de la información” (p. 120).
Históricamente, estas estructuras Inmanuel Kant en su obra "Crítica de la razón pura" (1781) introdujo el esquema cognitivo como una construcción mental de la experiencia que refleja simultáneamente el mundo real objetal, los hechos cambiantes y la lógica subyacente en categorías derivadas de la experiencia (Clark, Beck & Alford, 1999). En el siglo XX, Bartlett (1932, citado por Castrillón et al, 2005) propuso este concepto para darle un marco explicativo a la comprensión y del uso de la memoria en los ámbitos sociales. En el campo de la psicopatología, A.T. Beck en sus primeros trabajos investigativos, utilizó este concepto para hacer referencia a las estructuras básicas del procesamiento de la información, que generan persistentes sesgos negativos sistemáticos -distorsiones- en la depresión (A.T. Beck, 1963).
Siguiendo a Clark, Beck & Alford (1999), las características de los esquemas, desde la terapia cognitiva y su teoría cognitiva, representan conceptos en varios niveles de complejidad, que van desde elementos como “mesa”, hasta los más abstractos y complejos como la “aceptación interpersonal”. Por eso, se puede hablar de dos características principales de los esquemas: estructura y contenido.
En estructura, se resalta la interrelación con otros contenidos esquemáticos, que permite la influencia entre contenidos facilitando el acceso a otros contenidos presentes en la memoria, permitiendo bajar el umbral de activación del esquema frente a similares contenidos. Una vez el umbral está bajo, la dominancia en el procesamiento de información, estará dada por este esquema de alta valencia.
Otra de las características estructurales es el grado de complejidad, que hace referencia a la cantidad de ideas relacionadas, puesto que a mayor cantidad de información interrelacionada, mayor será la cantidad de elementos que van a facilitar la activación esquemática.
Las últimas características estructurales de los esquemas van a depender del grado de adaptación que dan al individuo, así como su función de significado. Estas características son: flexibilidad-rigidez, permeabilidad-impermeabilidad, concreción-abstracción, valencia-amplitud, (Clark, Beck & Alford, 1999; Beck, A.T., Freeman & Associates, 1990).
Por otra parte, -retomando lo escrito al inicio-, el contenido de los esquemas son las representaciones internas o creencias derivadas de los datos provenientes de la experiencia. Dichas creencias proveen la interpretación de los eventos vitales, en forma de ideas y actitudes acerca de sí mismo y el mundo. Para el caso de la depresión por ejemplo, la persona presenta conceptos, actitudes y creencias acerca de sí mismo, el mundo y el futuro de una manera negativa, ya que está dada en términos de pérdida y fracaso, en una triada cognitiva negativa (Beck, Rush, Shaw & Emery, 1979).
El contenido de los esquemas, está disponible en varios niveles de acuerdo a la especificidad y generalización, el cual puede ser 1) creencias específicas, 2) presunciones condicionales, y 3) temas centrales. Cada contenido corresponde al funcionamiento del sistema biopsicosocial de la personalidad.
De acuerdo a la generalización, existen tres niveles de contenido esquemático. El primero corresponde a los esquemas simples, los cuales representan el conocimiento mediante ideas simples correspondientes al ambiente social o físico (por ejemplo “silla”), y presentan un rol limitado y cotidianos. En el segundo nivel, el contenido intermedio, hace referencia a ideas de clase intermedia, como son las reglas condicionales (“si… entonces”), las creencias imperativas (“debería”), y las creencias compensatorias. Estas últimas corresponden a las respuestas dadas a partir del contenido de una creencia más generalizada, en el nivel tres, llamada creencia central o nuclear.
Estas creencias del nivel más profundo corresponden a temas generalizados del Yo, siendo un componente esencial del autoconcepto, debido a su globalidad y sobregeneralización, en el que dos creencias centrales claves en el modelo cognitivo han sido desarrolladas: las creencias relacionadas con la supervivencia (autonómicas) y la amabilidad (sociotrópicas) (Beck, Epstein, Harrison & Emery, 1983). En psicopatología corresponden a significados polarizados del Yo (en el caso de la creencia central de inamabilidad –sociotropía- se es altamente vulnerable al rechazo, y en el caso de la indefensión –autonomía- se es susceptible a las amenazas de fracaso y pérdida de control), y se constituyen como un componente importante para la hipótesis de vulnerabilidad cognitiva o diátesis cognitiva-estrés que hace referencia a la aparición de sintomatología depresiva ante acontecimientos estresantes altamente significativos, relacionados con las dimensiones dominantes de personalidad (Clark & A.T. Beck, 1997).
Por otra parte, los tipos de esquemas según Beck, Freeman & Associates, (1990) corresponden al sistema biopsicosocial del organismo. La clasificación de los esquemas presente en la publicación de Clark, Beck & Alford (1999) es: cognitivos-conceptuales, afectivos, fisiológicos, conductuales y los motivacionales.
Antes de definirlos, es viable resaltar en la génesis de los esquemas, que "Las estructuras de asignación de significado o esquemas se elaboran mediante interacciones repetidas entre el ambiente y estructuras preexistentes, innatas e indiferenciadas denominadas protoesquemas” (Clark & A.T. Beck, 1997; pág. 122).
En primer lugar están los esquemas cognitivos-conceptuales como aquellas unidades básicas del procesamiento encargadas de la selección, almacenamiento, recuperación e interpretación de la información. Estas entidades son las responsables de la asignación de significados a la experiencia ya que construyen la realidad a partir de las interpretaciones e inferencias; su contenido, son las creencias centrales e intermedias, derivadas de los esquemas conceptuales y la información autorreferente (autoesquema).
Los esquemas afectivos son las unidades encargadas de la percepción de los diferentes estados afectivos y sus combinaciones en la experiencia emocional, que juegan un papel clave en las conductas adaptativas del organismo, en la percepción de placer el organismo se orienta al refuerzo de las mismas, pero en el caso de dolor o displacer, el organismo evitará con temor, asegurando la supervivencia ante estímulos peligrosos.
Los esquemas fisiológicos son las unidades que contienen las funciones y los procesos somáticos, ya que representan y guían el procesamiento de la estimulación propioceptiva. Son considerados esquemas claves en los procesos fisiológicos básicos, ya que están implicados en las pautas de supervivencia. En psicopatología, presentan una elevada valencia en trastornos como la hipocondriasis y el pánico.
Los esquemas conductuales representan las diferentes respuestas implicadas en la “expresiva compleja conducta” humana (Clark, Beck & Alford, 1999; pág. 85), ya que puede ser automática o altamente controlada; es decir, representa desde las conductas innatas hasta las que implican respuestas aprendidas. Las primeras, como parte del paquete evolutivo hacen parte de las respuestas elicitadas por el organismo ante situaciones en las que esté en peligro y sea activada la huída; en las segundas, están las respuestas que implican un procesamiento controlado, consciente y de alto esfuerzo, producto del aprendizaje debido a su alta relación con los esquemas conceptuales; estos últimos esquemas conductuales tienen un funcionamiento lento, flexible, y más apropiado para situaciones novedosas de afrontamiento y de solución de problemas.
Un último tipo de esquemas son los esquemas motivacionales los cuales están agrupados en tres tipos diferentes. Los primarios de supervivencia, que guían el procesamiento de la información en situaciones que requieran la satisfacción de necesidades básicas como el hambre, sed, sueño, reproducción. Los secundarios son esquemas producto del aprendizaje en la socialización colectiva, en los que guían el procesamiento de información relacionado con socialización, logro e intimidad. Y un tercer grupo de esquemas en los cuales se guía el procesamiento de metas idiosincrásicas, valores y expectativas, ocupando una escala alta de complejidad e interrelación esquemática.
Estos últimos esquemas, son los responsables de la presencia de síntomas depresivos como la apatía, el desinterés y la anhedonia; además, son los responsables en gran parte de la predisposición a la depresión, cuando su procesamiento es congruente con la información autorreferente, en términos de la sociotropía y autonomía, como dimensiones dominantes de la personalidad (véase Hipótesis de la aparición de la depresión e Hipótesis del procesamiento congruente).
En la siguiente entrega, se pasará al siguiente nivel de la estructura del modelo cognitivo que corresponde a los Modos, los cuales son agrupaciones de esquemas creados para dar respuesta a las demandas del ambiente impuestas al organismo y reducir la complejidad y dificultad del entendimiento del modelo, en unidades más amplias.
Referencias
*Beck, A.T. (1963). Thinking and Depression: 1. Idiosyncratic content and cognitive distortions. Archives of General Psychiatry, 9, 36-45.
*Beck, A.T. (1967). Depression: Clinical, Experimental, and Theoretical Aspects. New York: Harper and Row.
*Beck, A.T., Rush, A. J., Shaw, B. F. & Emery, G. (1979). Cognitive Therapy of Depression. Nueva York: Guilford Press.
*Beck, A. T, Epstein, N., Harrison, R. & Emery, G. (1983). Development of the Sociotropy - Autonomy Scale: A measure of personality factors in psychopathology. Unpublished manuscript, Center for Cognitive Therapy, University of Pennsylvania Medical School, Philadelphia.
*Beck, A.T., Freeman, A. & Associates. (1990). Cognitive Therapy of Personality Disorders. Nueva York: The Guilford Press.
*Castrillón, D., Chávez, L., Ferrer, A., Londoño, N., Maestre, K., Marín, C. et al (2005). Validación del Young Schema Questionnaire Long Form - Second Edition (Ysq - L2) en Población Colombiana. Revista Latinoamericana de Psicología, 37, 3, 541-560.
*Clark, D.A. & Beck, A.T. (1997). Estado de la Cuestión en la Teoría y la Terapia Cognitiva. En I. Caro (Comp.). Manual de Psicoterapias Cognitivas (pp 119-127). Barcelona: Paidós.
*Clark, D.A., Beck, A.T., & Alford, B.A. (1999). Scientific Foundations of Cognitive Therapy and Therapy of Depression. New York: John Wiley & Sons.
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1 comentario:
cual es la fecha de publicacion?
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